Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Mostrando las hilachas

Codear, simulacro, comitear, haskell, eseveéne, etc.

Palabras que toman sentido en tu contexto, en ese contexto en el cual codear no significa empujar con los codos sino programar, en el que los entrenamientos se llaman simulacros, y usan palabras raras como comitear, que todavía no entendí qué es... y cosas así extrañas, como haskell, svn, lenguajes de programación y un montóoon de cosas más.

Obviamente, como compensación, te encargás de que las cosas básicas como la utilización del castellano simple o la conjugación de verbos complicados como traducir, andar, reducir, y esos que se conjugan raros en pretérito, al pasarlos a la primera persona del plural se parezcan tanto al presente que tengas que comerte un codazo en la boca del estómago, o una patada en la canilla, o por lo menos una mirada pulverizadora cada vez que decís "Ah, ayer andamos cerca de tu casa", "El otro día traducimos esto a...", o cosas por el estilo.

Y sí... ser matemático de por sí no es fácil, ¿no? Mirá si ENCIMA se van a preocupar por hablar bien... ¡esas mariconadas! =)

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¿Cerá qe ahi que havandonar la lenjua i dedicarce a las Matemáticas?
(eso sí... Matemáticas con mayúscula, no ahi que cer hicnorante!!)

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Pedazo de realidad dedicado a mi rubio, que en abril del año que viene se va a Estocolmo gracias a que en vez de prestar atención y aprender a hablar como el resto del mundo se dedica a pensar y resolver problemas lógico-matemáticos de los que el resto del mundo prefiere ni hablar.

viernes, 7 de noviembre de 2008

19 días...

... y 500 noches...


"-A ver Nachito, ¿si tengo once plumas, me alcanza para darte cinco a vos y cinco a tu hermano?
-Y, no, porque tendría que partir una a la mitad...
-Ajam... ¿y si tengo diez?
-Sí, si tengo diez sí, cinco para mí y cinco para él. (en vez de fijarse si alcanzaban estaba dividiendo por dos)
-¿Entonces cuántas plumas necesito para darles cinco a cada uno?
-Diez.
-Y si tengo once, ¿no alcanzan?
-Nop.
-¿Y si tengo quinientas plumas?
-¡Ay, mamita! (estaba empezando a dividir)
-No, no, no dividas... fijate. ¿Qué pasa si de esas once plumas agarro y me quedo con una yo?
-Y, me das cinco a mí y cinco a mi hermano.
-Y bueno, y si digo que quiero darte cinco a vos, cinco a tu hermano, y las que quedan para mí?
-Ah, entonces sí... se puede...
-¿Y si tengo doce plumas?
-Te quedás con dos...
-¿Y si tengo quinientas?
-Te quedás con... ¡¡¡Ay, mamita!!! ¡¡Es un montón!! (y se pone a hacer la resta)"

Diálogo de la primera clase con Nachito*
-cuando todavía no me revolvía la casa y se portaba bien.-



Y sí... no hace falta tener veinte años para darse cuenta que 500 es mucho, no? =)
500 años sería medio milenio. 500 días serían... ¿19 noches?

Hay tanto que aprender de los más chicos... ¿no? Tienen respuestas que se salen de lo que uno quiere que respondan, quizás porque no piensan en qué quiere escuchar el que pregunta, y con una reflexión simple y directa te pueden hacer sentir un completo inútil... Pero en fin... son 500 días, y lo diga Nachito, lo digas vos o lo diga mi abuela, 500 días suena a mucho, ¿no? =)

Por otros quinientos más...

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-y cincuenta decenas de días que pasan,
cincuenta decenas que no van a volver.
Mas el tiempo, encargado de todas las fechas,
otras cinco centenas nos deja entrever. *-



*Nachito = versión pequeña de Nacho, es un rubio ojiceleste, como él, pero con un par de metros y años menos.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Sobre globos y alfileres.

Los sueños son como globos: algunos se pinchan, pero hay otros que logran llegar más alto!


"Caris llevaba una capa de color rojo vivo que había heredado de su madre, la única pincelada de color en la penumbra. Merthin sonrió de oreja a oreja, feliz de verla. Habría resultado difícil decir qué la hacía tan bella; tenía una cara rendonda con rasgos proporcionados y regulares, cabello castaño y ojos verdes con motas doradas. No se diferenciaba demasiado de otras tantas jóvenes de Kingsbridge, pero llevaba el tocado inclinado en un ángulo desenfadado, se adivinada una inteligencia burlona en sus ojos y lo miraba con una sonrisa picarona que prometía inciertos aunque seductores placeres. Se conocian desde que eran niños, pero apenas hacía unos meses que se había dado cuenta de lo enamorado que estaba de ella."
Un mundo sin fin

Ken Follet

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Historias matemáticas!

tenía que hacer de tarea "escribir los números del 0 al 200 de 5 en 5"y entonces, antes de empezar me dice:
"uff! voy a tener que escribir cuarenta números"
yo le digo, sorprendida,"COMO SABES?""
"aaaaaahh... no séeee...." me dice, haciendose el misterioso.
"qué hiciste, 200 dividido 5?"
y ahora se sorprende él: ¿¿¿¿cómo te diste cuenta???

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-A ver, hay que escribir tres adjetivos para "casa"... ¿Cómo es tu casa?
-Y... ¡¡blanca!!
-Ajam... Blanca... (escribe en el cuaderno) qué más?
-Graaande!
-Grande... muy bien! (escribe grande) y una más!!
-CHICA!!
-mmmmnnh te parece?
-sí... (y empieza a escribir.)
-Te parece Nacho?... mirá.. qué dirías vos si yo te digo que hay un Nacho que es así de aaaaaaaaaaalto (hago gesto con la mano) y asíiiiii de bajito?? (bajo la mano hasta casi el suelo)
-Y... ¡¡¡que hay dos Nachos!!!

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A ver Nachito, ¿si tengo once plumas, me alcanza para darte cinco a vos y cinco a tu hermano?
-Y, no, porque tendría que partir una a la mitad...
-Ajam... ¿y si tengo diez?
-Sí, si tengo diez sí, cinco para mí y cinco para él. (en vez de fijarse si alcanzaban estaba dividiendo por dos)
-¿Entonces cuántas plumas necesito para darles cinco a cada uno?
-Diez.
-Y si tengo once, ¿no alcanzan?
-Nop.
-¿Y si tengo quinientas plumas?
-¡Ay, mamita! (estaba empezando a dividir)
-No, no, no dividas... fijate. ¿Qué pasa si de esas once plumas agarro y me quedo con una yo?
-Y, me das cinco a mí y cinco a mi hermano.
-Y bueno, y si digo que quiero darte cinco a vos, cinco a tu hermano, y las que quedan para mí?
-Ah, entonces sí... se puede...
-¿Y si tengo doce plumas?
-Te quedás con dos...
-¿Y si tengo quinientas?
-Te quedás con... ¡¡¡Ay, mamita!!! ¡¡Es un montón!! (y se pone a hacer la resta)"

lunes, 3 de noviembre de 2008

Sobre elecciones, mariposas y otros tantos


Elegir... ¡qué palabra más macabra!
Así, a simple vista, tiene la inocencia de vocablo suave, de concienca apolítica y sin demasiado compromiso, pero en el fondo, pasando la primera impresión de vaguedad y empatía, esconde la angustia, la duda y la certeza de que de elecciones se nutre la vida.
Desde elegir un color de remera hasta elegir la carrera o un novio, todo arrastra la culpa de descartar, de tener que anular un posible capítulo de historia.
Ay, ¿qué color llevo? Si le hubiera dicho que sí... Ahora ya es tarde para volver atrás... yo estudié y me recibí de esto, pero mi verdadera vocación... etcétera, etcétera, eTcétEra!!
Elegir significa dejar atrás una o varias ramificaciones que a la vez volvían a abrirse para dar nuevas opciones. Significa desechar, tirar, desaparecer. Significa mover las alas de la mariposa sin posibilidad de volver atrás.
Caos. Exactamente eso esconde. Porque quizás si aquella vez en vez de hacer eso hubiera... ZAS! ol-vi-da-te! Porque todavía no se inventaron las máquinas del tiempo, porque la Tierra sigue siendo Tierra y con un aleteo en Perú se produce un Tifón en China. Efecto Mariposa. Teoría del Caos. Elegir un color. ¿Por qué el celeste, si el naranja y el rojo también son lindos? Y lleva los tres...
Yo quiero llevarme los tres. Pero ojalá tan solo hablara de lápices de colores, y el tiempo fuera infinito, y eso no nos condicionara a tener que ejercer nuestra voluntad de electores y cancelar así miles de millones de oportunidades. Ojalá pudiéramos hacer todo lo que queremos sin tener que elegir, aunque de elecciones se yerga el camino, aunque los cimientos de la mismísima vida estén repletas, y existiera la paz mundial.

¿No es demasiado pedir?