Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

sábado, 23 de agosto de 2014


no se escribir en tercera persona.
no se dar consejos, no soy empática.
no soy emocionalmente estable, ni tengo confianza en mis palabras (ni en mis actos)
no soy más que nadie (pero tampoco menos)
no quiero ser siempre un personaje secundario, pero no tengo material de protagonista.
escribo para mí, para mi vértigo, no sé si alguien gustaría de mis versos.
no se improvisar. ni bailar. ni llorar con ruido, ni fumar sin tos.
me gusta inventar palabras, y hacer listas.
fluyo con la tinta, y me diluyo en la lluvia.
floto.
mis ojos se acostumbran al verde.
agua verde,
verde vida,
verde brillante, que todo lo cubre en su verdidad.
lejano es este momento de calma a todo el borboteo de minucias sueltas y esparcidas cotidianamente en forma de urdimbre que entreteje el día conciente.
miro.
siento.
veo.
escucho el silencio bajo el agua.
me pierdo, me dejo llevar por el vaivén.
me dejo caer en la calma.
verde calma,
verde luz,
verde diamante.
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el agua se hace torrente y, con el despertar, el vértigo de un nuevo día
otra vez
junto a tus ojos,
también verdes,
pero un verde ácido...
verde limón,
verde reproche,
verde que sabe a verdad y distancia.