Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

jueves, 19 de marzo de 2020

será que no tengo más lugar en los cajones, que justo abrí el tuyo de casualidad.
y ahí estabas, todo amontonado, tus piernas largas enredadas con un par de lanas que me regaló la abuela.
no quería verte. juré nunca más abrir ese cajón.
hacer de cuenta que no pasó nada es una de mis especialidades. borrón y cuenta nueva. barajar y dar de vuelta. y acá estoy, hecha, deshecha y rehecha, sorprendida porque de repente saltaron las madejas de pasado y las tengo que ovillar. y vos. y tus palabras justas, tus gestos amables, tu paciencia.
y como un río, fluyeron en el hilo las discordias, las sonrisas, el tiempo detenido en un instante juntos, alguna merienda, algún café.
no es fácil aceptar inesperadamente que no todo fue malo, y que no hay necesidad de mantenerlo aislado. no es fácil darte cuenta que durante diez años guardaste a presión un montón de cosas por miedo.
¿miedo de qué?
en un instante estiraste las piernas, te sacaste las lanas del bolsillo y me miraste con ojos llenos de tiempo.
y te miré.

y me di cuenta que no quería abrir ese cajón para no verme a mí.