será que no tengo más lugar en los cajones, que justo abrí el tuyo de casualidad.
y ahí estabas, todo amontonado, tus piernas largas enredadas con un par de lanas que me regaló la abuela.
no quería verte. juré nunca más abrir ese cajón.
hacer de cuenta que no pasó nada es una de mis especialidades. borrón y cuenta nueva. barajar y dar de vuelta. y acá estoy, hecha, deshecha y rehecha, sorprendida porque de repente saltaron las madejas de pasado y las tengo que ovillar. y vos. y tus palabras justas, tus gestos amables, tu paciencia.
y como un río, fluyeron en el hilo las discordias, las sonrisas, el tiempo detenido en un instante juntos, alguna merienda, algún café.
no es fácil aceptar inesperadamente que no todo fue malo, y que no hay necesidad de mantenerlo aislado. no es fácil darte cuenta que durante diez años guardaste a presión un montón de cosas por miedo.
¿miedo de qué?
en un instante estiraste las piernas, te sacaste las lanas del bolsillo y me miraste con ojos llenos de tiempo.
y te miré.
y me di cuenta que no quería abrir ese cajón para no verme a mí.