pende el juego de un hilo de cascabeles nítidos
donde el brillo de niño chispea en cada risa,
como un clima de ensueño de tardes otoñales
de horas frescas y eternas, sin agendas ni prisa.
juega el sol en tu pelo, se hace punzada cálida
que cosquillea al cuerpo y despierta las ganas,
y te envuelve el momento, sutil reminiscencia
que diluye el torrente de inquietudes mundanas.
ojalá que la brisa y la risa, aunque breves,
persistan y horaden en pura iridiscencia
este gris rutinario, esta monotonía;
que tus ojos de niño invadan tus pupilas,
que consuman tus miedos en esa incandescencia
y seas pleno de albores hasta el fin de tus días.