Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

domingo, 24 de agosto de 2008

¿Tiempos de cambio o pedido de auxilio?


Somos treinta y tantas personas distintas.
Algunas contralto, otras tenores; algunas más altas, otras más delgadas.
Somos treinta y tantas voces diferentes que cantan su propia melodía, y sin embargo, cuando se ensamblan (grito, dirección y corrección de por medio) logran que ese manojo de sonidos se vuelva esa unidad llamada música.

.
.
*
Desde cortarse el flequillo hasta ponerse una bufanda verde y revolver el armario hasta encontrar algo que combine para poder usarla.
Desde estar contentos por el clima templadito hasta tratar de que ese mi salga más limpio, más claro, más etéreo.
Es tiempo de cambio. De renovación.
De mente, de rutina, de rutinas de mentes y dementes, de todo.
Quizás buscar cambiar la imagen es una forma inconciente de escuchar los gritos mudos que el cerebro manda, en pedido de auxilio. Tal vez querer otro color en una camisa es un acallado alarido que exige otro aire, otra forma de ver las cosas, otra perspectiva a la hora de juntarnos en cada ensayo.
Por ahí lo único que necesitamos es revivirnos a nosotros mismos y buscar ser en armonía, buscar que treinta y tantas voces entonen una misma melodía, sin que ninguna suene más que otra o se pierda en el camino.
Buscar encontrarnos en la melodía de cada sábado, de cada ensayo, y poder estar juntos cantando, compartiendo, aprendiendo.
Darle sentido a nuestro nombre, y cuando las cosas se ponen feas, somos pocos o hay tormenta, buscar el sol adentro nuestro,
renacer.

.
.
*

miércoles, 20 de agosto de 2008

Saludos de cumpleaños

Desde Santa Fé, Martelli, Neuquén, San Isidro, y hasta República Dominicana.

.
.
*

Gracias!

martes, 12 de agosto de 2008

Diecinueve.


.
.
*


Me gusta lavar los platos. Mi habitación es un quilombo. Tengo las uñas desparejas. Hoy no me bañé. Adoro mis zapatillas negras agujereadas. Cuando me pongo hiperactiva soy insoportable. Cuando no también. Pinté mis zapatillas de negro porque el azul me hacía acordar al colegio. Uso vincha porque me macheteé el flequillo demasiado corto. Me gusta volar. Tengo flores colgando en la ventana. Desde hace dos meses, ya se deben haber secado. Hoy es mi cumpleaños. No tengo medias puestas. Estudio matemática. No tengo fe ni pasión. Las necesito, porque no me siento nada. Pienso demasiado lento. ¿Pienso? Me gustan los lunares. A veces. Adoro la ropa negra. A veces pienso, digo. Hace mucho que no escribo en el cuaderno naranja. Soy B+. Me gusta dibujar. Quiero donar sangre. Y probar otras técnicas de dibujo. Quiero tiempo para nadar en vacío. Necesito paz.
.
.
*
A cara lavada, y flequillo largo (te extraño). Con vestido prestado y fondo desordenado, aunque eso es orden si consideramos el promedio. Con las piernas blancas, y el escote corrido, como siempre. Con el pelo revuelto y sonrisa.
Con jeans, zapatillas rotas, camisa salmón y pollera larga, remera ajustada o pollera hindú. Con ojos de gato o cara de perdida, con cara de feliz cumpleaños o de qué-mirás. Con el flequillo de los seis años, o con la raya al medio de los trece, o el pelo en la cara de los quince o el nuevo flequillo de los diecitantos. Con novio, esposo o amante, o los tres juntos, qué más da.
Con lo que sea.
Hasta con paraguas, pollera, campera y ojotas con lluvia fuerte de efectos especiales.
Quizás no sea la mejor foto, quizás no sea la que más me identifique. Soy yo. Esa soy yo. Podría haber sido otra, pero tocó así. Yo no tengo la culpa. Y hoy, como hace cinco días, se cumple un año más de mí. ¡Qué más dá! Será cuestión de ajustarse los cordones y seguir camino.

martes, 5 de agosto de 2008


Y mi todo se recicla, se da vuelta, gira y vuelve a nacer. Diez veces más grande, veinte más chico, a escala o escaleras, descendiendo al cielo, ¿porque qué otra cosa que cielo hay bajo nuestros pies?
Y mi todo se retuerce y agoniza entre el huevo y el arroz del mediodía, se espanta y respinga la nariz por la fritura, y luego se deja vencer una vez más por la rutina, por el lo-de-todos-los-días, por los platos sucios y las cucharas y cuchillos riéndose desde un metal tan frío como mis manos en invierno.
Y mi todo se estira y gime de miedo entre ayeres y porcelana rota, entre olor a humedad y pequeños incendios; revolviendo y cayendo en cajones de utopías y listas y cartas y flores secas, de alergias, de primaveras y estrellas y letras de diario y retazos de colores. En cajones de recuerdos llenos de polvo, estrellas y fractales.