Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

martes, 9 de febrero de 2010

Cuando la curiosidad se vuelve necesidad de controlar todo conocimiento, el ser humano entra en ese común capricho de jugar a ser Dios.
¡Qué tontería! Si no hay nada más lindo que ir caminando sin pensar en nada, sencillamente girando...
Inexplicablemente profunda se vuelve la vida al despojarla brutalmente de sus banalidades...

sábado, 6 de febrero de 2010

Vos.

Me gustan tus ojos cuando brillan, porque dejan pasar un poquito de vos a través de ellos.
Me gusta tu risa cuando estás contento, porque se trasluce una alegría sincera.
Me gustan tus besos sin sentido, esos que no tienen una razón.
Me gustan tus abrazos de dormido, porque son tan tiernos que ni vos te acordás que los das.

Tus ojos brillan, tu risa ríe,
tus besos sienten, tus abrazos duermen.
Ojos, risa, besos, mimos.
Ojos, besos, mimos, risas.
Ojos, brillo, risa, trinos.
Brillo, ojos, risa, tos.

Me gustan tus ojos cuando sonríen, porque dejan pasar un poquito de vos a través de ellos.
Me gusta tu brillo cuando estás contento, porque se trasluce una alegría sincera.
Me gustan tus besos dormidos, esos que no tienen una razón.
Me gustan tus abrazos sin sentido, porque son tan tiernos que ni vos te acordás que los das.

Tus ojos sonríen, tu brillo brilla,
tus besos duermen, tus abrazos sienten.
Ojos, brillo, sueño, giro.
Se mezclan, se extrañan, se besan, se duermen.
Risas, sueño, brillo, besos.
Se estiran, se acunan, se besan, se sienten.

Me gustan tus ojos cuando estás contento, porque dejan pasar sin querer un poquito de vos a quien te quiera ver.
Me gustan tus besos cuando estás brillante, porque compartís un pedacito de alegría conmigo.
Me gustan tus abrazos y tus sonrisas, de las verdaderas.
Me gustan las cosas sin sentido que hacés cuando estás dormido, porque sos vos.

Se besan, revuelven, se empujan, se miran.
Se estiran, se escurren, se exprimen, se tuestan.
Se escapan, se corren, se observan, se giran.
Pequeños pedazos de ser que se mezclan.

Se ordenan cual piezas de rompecabezas
que encajan de miles de formas distintas.
Se estiran, se escurren, se exprimen, se besan,
Se ordenan tus brillos y tus medias tintas.

Compartís tu risa, compartís tu tos.
Lo que más me gusta de vos es que sos.

lunes, 1 de febrero de 2010

Secreto.

Tengo un recuerdo... uno tan bonito, de un muchacho etéreo, hecho de aire. Una de esas personas que cuando las ves no sabés si están acá o en todas partes.
Y en este punto, mi recuerdo se vuelve frase.
Esa frase que rebotó contra mi incredulidad y quedó flotando, hasta que todas las piezas cayeron en su lugar, y él, el muchacho de aire, se fue.
En junio todo es posible.

Divagaciones IX - Tiempo

Éramos tan pequeños que la inocencia se nos mataba de risa.
Éramos tan niños que un abrazo era sólo un abrazo.
Éramos tan ilusos que nuestros problemas no eran más que un grano de arena, pero uno de los grandes. (de esos del tamaño de un edificio)
Éramos tan chicos que el amor no era más que un juego... un juego extraño del que no conocíamos bien las reglas.
Éramos tan jóvenes...
Tanto, que ni nos imaginamos lo que iba a venir.

Así de sopetón llegó el tiempo, arrancó la niñez y la inocencia y quedamos nosotros.

Algunas veces me pregunto qué hubiera pasado si, cuando niña, hubiera sabido que aquello que creía imposible no lo sería tanto.

Pero, para qué pensar qué hubiera pasado si ese día hubieras faltado a física, si no hubiera presenciado tus clases, o si no te hubiera dicho que te quería un poco más de la cuenta. Si ni siquiera me hubiera hecho un correo electrónico, o si nunca hubiera conocido Mar del Plata. O tal vez, qué hubiera pasado si, años antes, no me hubiera gustado la matemática. O peor aún, si en tercer grado no hubiera tenido a la señorita Mirta.

No lo sé. Quizás ahora sería una de esas bohemias estudiantes de arte, como siempre quise, o tal vez estaría cursando el tercer año de diseño... O quizás hubiéramos encontrado otro modo más original de conocernos.

Quién sabe... ¿para qué mirar en ese espejo?

Sólo queda sonreirnos, y pensar todo este torbellino mientras observamos juntos el armónico aleteo de una mariposa.