mirar adentro.
buscarse en lo revuelto,
transitar la tormenta,
atravesar el vacío.
mirar con persistencia
hasta enfrentarse,
hasta abrazarse,
hasta encontrarse
y aceptar
que es ese tránsito
el que lleva a un lugar nuevo;
que es ese tránsito
el que lleva a un lugar nuevo;
que esta corriente que se agita
es luego el agua
que recibe,
da sustento
y que refleja la mirada
-ya tranquila, vuelta calma-
en el espejo de uno mismo.
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