Se desprenden, se deshacen los rituales.
Las caricias, las miradas, los espejos...
y como si fueran simples trapos viejos
se desgarran los destinos potenciales.
Los sentidos ya carecen de palabras,
las palabras se nos traban en los besos,
con las lenguas que se anudan, se confunden
esos nudos que se atan a la nada.
Ya no se qué es lo que aferro al abrazarte.
Me despierto y veo el éter desmayarse
en el vértigo de todo lo que fuimos.
El silencio y el dolor lento devienen,
y me arrojo a este vaivén que me sostiene,
la marea de las cosas, y el olvido.
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