
Y mi todo se recicla, se da vuelta, gira y vuelve a nacer. Diez veces más grande, veinte más chico, a escala o escaleras, descendiendo al cielo, ¿porque qué otra cosa que cielo hay bajo nuestros pies?
Y mi todo se retuerce y agoniza entre el huevo y el arroz del mediodía, se espanta y respinga la nariz por la fritura, y luego se deja vencer una vez más por la rutina, por el lo-de-todos-los-días, por los platos sucios y las cucharas y cuchillos riéndose desde un metal tan frío como mis manos en invierno.
Y mi todo se estira y gime de miedo entre ayeres y porcelana rota, entre olor a humedad y pequeños incendios; revolviendo y cayendo en cajones de utopías y listas y cartas y flores secas, de alergias, de primaveras y estrellas y letras de diario y retazos de colores. En cajones de recuerdos llenos de polvo, estrellas y fractales.
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