Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

martes, 12 de agosto de 2008

Diecinueve.


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Me gusta lavar los platos. Mi habitación es un quilombo. Tengo las uñas desparejas. Hoy no me bañé. Adoro mis zapatillas negras agujereadas. Cuando me pongo hiperactiva soy insoportable. Cuando no también. Pinté mis zapatillas de negro porque el azul me hacía acordar al colegio. Uso vincha porque me macheteé el flequillo demasiado corto. Me gusta volar. Tengo flores colgando en la ventana. Desde hace dos meses, ya se deben haber secado. Hoy es mi cumpleaños. No tengo medias puestas. Estudio matemática. No tengo fe ni pasión. Las necesito, porque no me siento nada. Pienso demasiado lento. ¿Pienso? Me gustan los lunares. A veces. Adoro la ropa negra. A veces pienso, digo. Hace mucho que no escribo en el cuaderno naranja. Soy B+. Me gusta dibujar. Quiero donar sangre. Y probar otras técnicas de dibujo. Quiero tiempo para nadar en vacío. Necesito paz.
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A cara lavada, y flequillo largo (te extraño). Con vestido prestado y fondo desordenado, aunque eso es orden si consideramos el promedio. Con las piernas blancas, y el escote corrido, como siempre. Con el pelo revuelto y sonrisa.
Con jeans, zapatillas rotas, camisa salmón y pollera larga, remera ajustada o pollera hindú. Con ojos de gato o cara de perdida, con cara de feliz cumpleaños o de qué-mirás. Con el flequillo de los seis años, o con la raya al medio de los trece, o el pelo en la cara de los quince o el nuevo flequillo de los diecitantos. Con novio, esposo o amante, o los tres juntos, qué más da.
Con lo que sea.
Hasta con paraguas, pollera, campera y ojotas con lluvia fuerte de efectos especiales.
Quizás no sea la mejor foto, quizás no sea la que más me identifique. Soy yo. Esa soy yo. Podría haber sido otra, pero tocó así. Yo no tengo la culpa. Y hoy, como hace cinco días, se cumple un año más de mí. ¡Qué más dá! Será cuestión de ajustarse los cordones y seguir camino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me olvidaba...

felizzzzz cumpleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

Tenga cuidado no se emborrache de felicidad.