Cerrar los ojos. Pensar en árboles, margaritas, adoquines y mariposas, todos conjugados con un extraño olor a vida.
Pasear por esas calles tan particulares, escuchando ladrar a los perros y cantar a los pájaros, caminando, mirando el cielo, la tierra, el viento... sí, el viento.
Y de repente... ella. surge desde el más olvidado pensamiento, para tirar de un golpe de suerte toda aquella belleza, éxtasis, todo... para darle lugar a la tranquilidad de pensar en esos ojos... en esos ojos... y de repente, todo vuelve... aquellos momentos felices, aquellas risas, todas las lágrimas... todo... y ella sonrie... y con su sonrisa contagia, como si fuera un bostezo.
Danzar con un ritmo gracioso, como un alegretto de memoria....
Pasos cortos, pasos rápidos, giro, contragiro, danza... ella surge nuevamente con su vestido rojo, dando vueltas y vueltas a su estilo y forma, sin importarle nada... ella, solo risa, solo alegría, solo pasión.
Y de repente, la puerta. Aquella que tanto había evadido, que tanto había temido... esa puerta ante ella se aperece, como si la invitara a entrar.
Duda... pero la curiosidad la lleva, la guía, la saca a bailar, pero ahora un ritmo más calmado, más tranquilo...
La toma de la cintura, le da la mano y ambos se lanzan a la pista de la vida.. La lleva... la guía, la hace girar, la envuelve... la suelta. Por primera vez ella también confía, y se deja llevar por la melodía, por aquella canción que nunca había escuchado. Y todo es celeste, verde y violeta, y ella gira, danza y vuela entre recuerdos de niñez, recuerdos de sonrisas, recuerdos de algodón y bicicleta.
Abre los ojos... y todo es distinto. De repente todo cobra un sentido, y aquel sueño (o lo que fuera) es la piedra en el lago, es la alfombra en la puerta, es la mano amiga que invita a pasar.
Mira su realidad... observa... y recorre cada recoveco de su alma y de su vida, para observarse como realmente era... vacía.
Todo es gris. Con pinceladas descoloridas ya por el uso y
Y ese día toma una resolución: desde ese instante, las 17:26 de un sábado cualquiera, a los 53 segundos de octubre, decide perderle el miedo a volver a caer en los pasadizos sinuosos y coloridos del amor.
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flash, escuchando a Yann Tiersen...
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