se desprenden los pétalos.
en una última caricia caen,
suaves, con la delicadeza de la mañana.
los dejo ir, contemplándolos,
con sus bordes difusos
bajo la luz mortecina
mientras me desenredo,
maraña de pelo y pensamientos
que cede entre mis dedos
y deja deslizar dificultosamente una idea
que se abre paso y se convierte
en la certeza de tus labios
que ya no me besan,
en el silencio tus ojos,
que nunca me amaron.
cae otro pétalo,
tras una breve danza
se desmaya,
y con un lánguido rastro
deviene.
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