
El río de la tinta se escurre y se desliza,
se drena por mis dedos, cae por la muñeca,
y sigue por caminos fractálicos y azules,
y sin querer queriendo se funde con mis venas.
Quién sabe lo que esconden esos torrentes negros
que contienen el cielo, la magia y las heridas,
del viaje de la idea al papel ella es el puente,
sutil es su destino.
Y aunque sea mucho el tiempo en que se aleja
al volver, es la misma nostalgia de lo oscuro,
esa nostalgia triste y feliz al mismo tiempo
en la que inspiración y dibujo ya son uno.
Extrañas sensaciones de ingenuidad perdida
se esconden en el negro ceniza de la tinta.
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