Qué extraño que es despertar con una sensación tan vívida como un beso.
Como un beso prohibido. Un beso equivocado, un beso descolgado, desubicado espacial y temporalmente.
Quién sabe de dónde saliste para aparecerte así de la nada, y subirte a mi colectivo y abrazarme, y antes de irte, plantarme un beso en media boca.
Quién sabe de dónde saqué yo las ganas de regalarte la otra mitad.
Qué extraño. Aunque en sueños, besé la boca de otro hombre.
Nada mejor que los sueños para liberar el inconciente.
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