Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

domingo, 4 de mayo de 2008

Sobre botellas, cristales y realidades



Dicen. Dicen que dicen.
Dicen que los ombúes tienen sentimientos.
Dicen que las cortinas no ocultan el sol.
Dicen que la felicidad puede expresarse en fórmulas matemáticas.
Dicen que el color naranja da seguridad.
Dicen. Dicen que dicen.

Dicen que las personas somos como mensajes en botellas, naufragando por el mar.
¿Será verdad?

Imaginate... (sí, imaginate, leíste bien) que tuviéramos cada uno una botellita, y que a la vez estuviéramos nosotros adentro.
Que, tapada con un corcho, nos aislara, nos separara, nos protegiera, si así quisiéramos verlo, de la realidad. Y sólo a través de ese cristal pudiéramos contemplarla e intentar comprenderla.

Ahora bien, ninguna botella es igual a las demás (Algunas más grandes, otras más chicas. Algunas de cristal más grueso, otras más finas. Algunas verdes, otras celestes, otras amarillas; frágiles, curvadas, angulosas, retorcidas.) y a través de cada cristal, el afuera se deforma, se tiñe de verde, se estira, se disuelve. La realidad se adapta a los diferentes colores, a las diferentes texturas, a los diferentes cristales, y cada uno de nosotros vemos la realidad a través de nuestra botella, de nuestro cristal. La vemos con nuestro color, y de ese color vemos cada porción de nuestra vida.

Las ideas nacen verdes, las ideas nacen azules, las ideas nacen del color de la botella, y, cuando, por ejemplo, porque estamos tristes, el corcho se hincha y la botella se traba, no salen, sino que, encerradas, rebotan, y se quedan flotando en esa atmósfera personal cada vez más concentrada. Y cuando estamos tristes o cuando tenemos un problema, estamos tan encerrados en esa botella que las ideas se chocan contra el vidrio y se empiezan a condensar... y el vapor, cada vez más espeso, impide que veamos la realidad con los colores de nuestra botella. Y quizás, aunque la solución sea simple no podemos verla gracias a la niebla de tristeza que empañan los cristales de la botella.

Pero a veces, cuando alguien nos cuenta su realidad, o nuestra realidad teñida de otro color, las ideas comienzan a fluir cada vez más rápido, y de tantas vibraciones, de tantos choques y tanta presión, el corcho se destapa, el vapor sale y el vidrio se desempaña, y la realidad, gracias a esa otra realidad, retorna a su color habitual, y ese problema que era tan problema y tan complicado de resolver deja de ser problema y se transforma en solución, quizás, inclusive, por el mero hecho de que nunca había sido más que realidad empañada por la tristeza.
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...del 22/12/07, pero todavía sigo sosteniendo esta teoría =)

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