"Y el día de mañana, cuando la tersura de tu quinceañera piel se haya perdido, dejándole el lugar a esos primeros imperceptibles surcos que más tarde, como el río que va corriendo y en su carrera va formando su cauce, se volverán más profundos, evidenciando así el paso de los años, te darás cuenta de cuán rápido agita sus alas el tiempo, dejándonos nada más que la suave brisa como evidencia de su paso. [...]"
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Hoy, más cerca de los veinte que de los quince, me recorre un escalofrío cuando pienso en lo lejano que me parecía todo esto. Hoy, tan lejos de aquel tiempo de muñecas y rosados en todos los matices, me sonrío al verme al espejo y compararme con aquella que quería ser. Hoy miro en el cuaderno de recuerdos y me encuentro, y me entiendo, y me vuelvo a entender, y me recuerdo y siento como si fuera ayer. Y el tiempo pasa...
Entre palabras sueltas, dibujos y pensamientos encuentro proyecciones imaginarias de un posible futuro que, a medida que corrían los años, se iban renovando, adelantándose una vez alcanzada en la realidad esa edad que parecía lejana, distante e imposible de alcanzar. Y, entre trazos inicialmente animescos pero cada vez más libres y propios, el reflejo de esos quiero ser en historietas, en pilas y pilas de papeles con muchísimas historias y poquísimos finales.
A los once, se corría a los catorce, en donde decir "veinte" era una aberración a la imaginación de la época.
A los trece, no había edad más hermosa que los quince, llena de encuentros y desencuentros, de aventuras, amistades y amores puros que, por más que parecieran imposibles, tarde o temprano -viajes por el mundo, por el tiempo o por universos paralelos de por medio- nacían, vivían, se reproducían, comían perdices y jamás pero jamás morían.
Una vez pasada la línea imaginaria de la famosísima edad del pavo, llegando a la dulzura de los dieciséis y al ligero sabor amargo de los diecisiete las historietas empezaron a escasear cada vez más -historias realistas mezcladas con tiempo, universidades, estudio y casualidades extrañamente dispuestas bajo quién sabe qué regla lógica- y a medida que la conciencia se encargaba de considerar que las dos decenas estaban más cerca de lo que parecía, un mundo nuevo surgía y una nueva forma de concebir lo que vendría.
Una realidad mezclada con sueño que solo mi cabeza podía articular y entender. Una realidad incontable que probablemente fuera menos coherente que un texto argumentativo de mi autoría. Una proyección cada vez más cercana a lo que podía llegar a ser, pero sin dejar de lado la magia de un buen recuerdo.
1 comentario:
y a medida que la conciencia se encargaba de considerar que las dos decenas estaban más cerca de lo que parecía, un mundo nuevo surgía y una nueva forma de concebir lo que vendría
=)
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