Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

domingo, 1 de junio de 2008

Sobre ajedrez, mates y rutina.

Responsabilidad. Trabajo. Tomar las riendas. Elegir destino. Estudio. Amigos. Familia. Más familia. ¿Hijos?. (De fondo, sonido a vidrio roto seguido por estridentísimo grito al estilo película de terror.)

Puf. La gente crece, y nos volvemos asquerosamente grandes. Digo asquerosamente, pero no es tan así... Lo que pasa es que molesta, duele que de repente tenés toda la vida por delante, estás jugando a la maestra, a pisar hojas secas o a correr carreras de bicicletas en la barranca y de repente crecés, te estirás de golpe, como un zapato nuevo, y, como exactamente un zapato nuevo, no te podés desestirar.

Es chocante darte cuenta que mientras vos pensabas que el tiempo no pasaba nunca, cada vez te vas alejando más y más de la tierna infancia, y que por cada segundo que pasa te vas adentrando más en una especie de maraña selvática que te permite avanzar, pero nunca retroceder. Como si fuésemos peones en un tablero infinito de tiempo, peones destinados a darle para adelante, sin ninguna certeza de si vamos a tomar al paso, si vamos a perecer en el camino o si coronamos en dama, torre, caballo o alfil.

De golpe y porrazo el tiempo parece pasarse de nada entre viajes, clases, más viajes y horarios desencontrados, y lo que antes eran interminables mañanas, tardes y noches compartidas hoy son esporádicos ratos en los que la fugaz benevolencia de la rutina deja un espacio para volver a ver a aquellas personas tan queridas. De repente te encontrás tomando mates con tostadas y charlando de la vida de esa manera que antes veías tan peculiar, tan extraña, tan innecesaria, ya que podías aprovechar el tiempo de tantísimas maneras mucho más divertidas. Te das cuenta que el gusto del mate no te resulta tan fuerte como antes, y que te parecés a los grandes cuando se toman dos pavas seguidas, hazaña que antes te parecía imposible de cumplir en carne propia.

Y bueno, será la vida. C'est la vie. Quizás será cuestión de acostumbrarse a un nuevo ritmo, a armarse de coraje y darle para adelante con ganas. Quizás sea que es lo que tenemos que seguir para marcar nuestro caminito y llegar a lo que queremos de nosotros. Quizás no exista un País de Nunca Jamás al que podamos escaparnos y quedarnos chiquitos para siempre, quizás sea que no hay manera de escapar al aparente caos de la responsabilidad.

Quizás, después de todo, los mates no sean tan amargos...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De golpe y porrazo el tiempo parece pasarse de nada..

=)

SnowY dijo...

Y de repente te querés adentrar en esa mirada de niña, en esas manitas que todo lo tocan, todo lo descubren... De pronto, te ves a vos misma admirando la capacidad de ser pequeño, de ser desinhibido sin problemas, esa sonrisa fácil y ese llanto irritante.

No sé Nontu... Es todo una gran gran contradicción. Cada vez me voy convenciendo más de que todo el tiempo queremos al menos algo que no tenemos. Algunos no quieren otro color de pelo, otros quieren cambiar su color de iris; a algunos no les gusta los padres que le tocaron, muchos quisieran tal o cual habilidad (dibujar, pintar, tocar un instrumento, saber de electrónica! jaja) a otros les gustaría volver a ser pekes...
Sucede que, quizás, idealizamos mucho... Entonces, ese concepto (ya sea "saber dibujar", "tener pelo [insertar color]", "ser peque otra vez") que es lejano, porque no lo poseemos, porque no lo vivimos, tiende a ser menos real... Y por tanto, más utópico. Nosotros lo usamos de percherito y le colgamos las mejores prendas, los más lindos y coquetos sombreros, miles de tules de colores diferentes... Y buen, llega un momento donde el percherito es divino, es espectacular... Pero... ¿Es realmente así? Yo lo pienso y, si bien hay millones de cosas que adoré de la niñez, no sé si quisiera volver a vivir TODO ESO. Porque significaría que volvería a ser yo. No es que vaya a ser otra sólo porque tenga menos años. Nopo. Entonces, volvería a ser yo... Y eso implicaría que no cambiaría la historia... Y como toda historia, las escenas no son sólo de alegría... :P

Disculpá, ando bastante realista últimamente...

Después de más de cuatro años, por fin puedo responder de manera diferente a la siguiente fuckin pregunta:
¿Qué ves en un vaso que tiene hasta la mitad de agua? ¿Un vaso medio lleno o uno medio vacío?
Veo un vaso. Sí, un vaso. Que tiene agua y tiene espacio "vacío". :)


Y en estos días la que escribe, sólo desea poder estudiar y aprobar las materias. Y, mientras tanto, seguirá soñando entre nubes de algodón de azúcar con aquel que ha redefinido el concepto de esas cosas de la cara. Vos entendés ;)


Fue una alegría inmensa verte :)
Ojalá sigas biennn
Y suerte con el dibujitooo! xD
(soliiiita te metiste en esooo :P )


Te QuIeRoP MoNgAaAa !! ~.*

.
.
*

/inbracketss dijo...

(L)