Manual de instrucciones: breve introducción al blog.

Hola, bienvenide.
Si llegaste acá por pura casualidad, quedate, pasá. Te cebo un mate mientras te explico cómo interpretar el desorden ordenado (sí, mi cabeza piensa que eso es, en alguna escala, orden) que anida en este blog.
No hay función apelativa. Quedate si querés. Yo te invito, pero podés decir que no. Lo que sigue son sólo palabras sueltas. Propias, y ajenas.
Tomá un mate. Y si no te gusta, un té. Y si no querés, un vaso de agua. Y una galletita. Si te vas, sin mirar nada, por lo menos no te llevás el estómago vacío.

lunes, 9 de agosto de 2010

Arandela de compromiso

Un día encontré una arandela. Tenía el diámetro de una moneda, y estaba un poco oxidada. Y como no puedo evitar que cosas así me llamen la atención, la junté y te la regalé.
Quién iba a pensar que después ibamos a ser dos idiotas jugando con la arandela al lado de un alambrado, y que al rato, por tu mala puntería (reconocelo), la arandela iba a quedar solita sola entre el pasto.
Y con qué cara íbamos a mirar a los chiquitos cuando nos ofrecieron pasar a buscarla...
"Ah, ¿esto era?" dijo Darío, al comprender que había trepado el alambrado por un pedazo de hierro oxidado.
Y bueno, entiendannos, chicos... somos medio estúpidos a veces, nosotros, los grandes.

1 comentario:

SnowY dijo...

Cambiaste la estética del blog. :P


Y sí. El hacer y pensar pavadas no es una cuestión generacional.
No se trata de edades sino de personas.

Te quiero muchacha de ojos pradera.